jueves, 22 de abril de 2010

Sus recuerdos

Y al otro lado del río descansaba, la noche había sido muy larga, sin dejar de andar cruzó fronteras, montañas, y pueblos, hasta llegar a su villa. 
Al pie de su casa tenía su huerta, sus animales, y todos los vecinos no paraban de agasajarle. El tiempo había transcurrido lentamente en la villa, pero para él no.
Todos sus recuerdos se habían esfumado, ya no recordaba como era cuando salió de su pequeño pueblecito  para apoyar al Rey en su lucha contra los infieles.
La única cosa que nunca dejó de aparecer en sus pensamientos era su tierra.

miércoles, 21 de abril de 2010

Del valle al mar

Desde las laderas se contempla el valle.

En esos días en los que el sol luce con más fuerza, el valle se hace más grande.









Y al otro lado de la ladera, espera siempre el faro, para guiar a los que en la noche vagan por el mar.

lunes, 19 de abril de 2010

Las aguas que siempre vuelven

Las aguas que bañan las orillas.












El resplandor de los rayos de sol sobre el agua.









Desde el faro se ven los pequeños barcos que salen todas las noches a faenar.

Un lugar para volver

El Desfiladero de la Xana.
Aquí comienza uno de los tantos recorridos entre valles y montañas, y como tantos muy bonito y espectacular.

Es uno de esos lugares donde los ojos se relajan y descansan, donde mires a donde mires, sólo ves naturaleza en estado puro.
Donde la gastronomía local hace gala de los
platos sencillos pero contundentes, y donde simpre se dice... volveré.

martes, 13 de abril de 2010

Los nuevos inquilinos...

Desde dentro

Desde fuera










En sus orígenes fue uno de los  palacios del rey astur, Ramiro I. No había sido levantado como iglesia, sino como uno de los conjuntos palaciegos del rey.
Muy cercano, y hoy ya inexistente se ubicaba un hermoso bosque, donde Ramiro I se deleitaba en el arte de la caza.

martes, 6 de abril de 2010

Las piedras

-Este es un ejemplo de lo que unas manos expertas, y pocos recursos pueden llegar a hacer.










Todas las mañanas se despertaba muy pronto para admirar su obra, aún estaba sin concluir, pero no dejaba de admirar aquellas maravillosas piedras traidas desde la laderera.
Su señor, el marqués de santillana le había encomendado aquel palacio, y desde el primer día sintió que sería una de las mejores obras que llevara a cabo.
No tardó en descubrir que aquellos muros aguantarían el peso de la historia. 

Los valles siempre verdes

Los valles siempre verdes